Dentro del puerperio los trastornos del estado de ánimo se pueden definir sencillamente hablando en lo general de la famosa depresión postparto, la cual cuenta con una alta prevalencia, tanto en España como en otros países de habla hispana y el mundo. Este malestar afecta directamente la salud emocional de la madre y física, además la del recién nacido y la pareja, esto genera desequilibrios en el entorno social y familiar de la que lo sufre. Hoy día, se ha convertido en la primera causa de dificultad perinatal, así como en un problema importante de salud general. Este pequeño apunte a manera de diálogo intenta esclarecer algunas de las preguntas más comunes hechas dentro de consulta.
Lo que se le llama hoy en día depresión postparto, en realidad se reduce popularmente a una afección que se sabe sufren las mujeres después de tener a sus bebés. Aquí habría que hacer una pequeña división de conceptos: la depresión en sí, es un trastorno que se caracteriza por la pérdida de interés, una tristeza profunda, alteraciones del sueño, pérdida del apetito, dificultad para concentrarse, sentimientos de culpa y una disminución del autoestima, y cuando se habla de postparto es después de haber tenido el puerperio, no obstante ahora se habla incluso antes de dar a luz, es decir, que puede darse desde antes del parto propiamente dicho, y hasta 1 año consecutivamente, con lo cual esta dolencia deviene principalmente por el estado hormonal y psíquico de la persona que lo sufre durante el embarazo y después de este.
Si bien a partir, del nacimiento de un hijo se puede dar desde inmediatamente después del parto hasta aproximadamente un año transcurrido este. No obstante, como ya se indicado, existen otros estudios constatan que el 50% de los episodios de depresión postparto comienza en realidad en el embarazo, lo que pone de manifiesto la continuidad de los problemas anímicos perinatales, aquí hablaríamos de un fenómeno llamado depresión perinatal.
En múltiples estudios sobre la depresión postparto en España, se revela que 1 de cada 3 madres españolas asegura haber sufrido este tipo de depresión. En concreto, un 35,14% son las que afirman que han pasado por este trastorno del estado de ánimo después de dar a luz. Como dato de interés, los países de Latinoamérica incluidos México y Estados Unidos es mayor la incidencia con un 56% y a nivel mundial es del 15% según la OMS.
En la mayoría de los casos no deberíamos alarmarnos. Normalizar y aceptar este tipo de vivencias ya que desde el embarazo existen cambios bastante grandes respecto de su gestión hormonal y física, no se puede esperar que la mujer después de tener un bebé vuelva al punto de partida, antes de tener el bebé. Y es que puede ser que parte del problema radique en la expectativa de como la madre cree que va a encontrar después de tener a su propio hijo.
Esto lo vemos en las redes sociales reflejado, donde a partir de un “bombardeo mediático constante”, muestran a una madre feliz, maquillada caminando sola, sin problemas, sin cansancio y con la misma figura que ostentaba antes del embarazo; es decir, una imagen que no es la real, por supuesto eso influye en la autoestima y autopercepción de la misma madre. No puede ser.
Al igual que al cuerpo le toma un tiempo a volver a un estado parecido al previo, las emociones y sentimientos no pueden cambiar y tal y como se pretende; incluso el cerebro como órgano sufre cambios a nivel orgánico (como la amígdala y las respuestas más primitivas de cuidado). Emocional y psicológicamente se necesita un tiempo para acostumbrarse a tener un bebe en casa, es necesario pasar por rutinas, vinculación del amor, apego y la red de apoyo (pareja familia amigos), la madre se topa de manera brupta con cosas que se le han inoculado que no existen, es decir, la maternidad está endulzada por todas partes, y si no se cumple este estándar, llega la culpabilidad y la falta de valía propia. También influyen factores externos como el sitio donde vive, el apoyo social/ familiar y el estatus socioeconómico con el que cuenta la persona o pareja.
Primordialmente habría que tener en cuenta el estado de ánimo de la madre y cohesión de la pareja, el vínculo con el bebé, es decir, el apego que tenga la mamá con el niño y a partir de este comienzo, escuchar lo que tenga que compartir y actuar la mujer que lo sufre con su entorno. Si existe este tipo de señales, no ignorar ni negar su malestar y posteriormente actuar según el nivel de la problemática que se presente.
La pareja o el soporte de la pareja es fundamental, sobre todo el interés en las etapas más tempranas del malestar, es decir, el poder determinar si la mujer que se encuentra con algún tipo de síntoma o rasgo, que lo pueda verbalizar, hacer consciente y de ser necesario aceptar con la mayor de las comprensiones posible. Lo importante es favorecer que la mamá pueda expresar lo que siente, que encuentre apoyo en el entorno. Que se sienta escuchada validada y aceptada.
Escucharla. Mientras no se convierta en un problema grave, se puede llevar con comprensión, entendimiento y escucha, por parte de la pareja principalmente, además de la familia y amigos. No se debe de “culpabilizar” a la mujer por sentir lo que está sintiendo, sino validarla y apoyarla, y no recordarle que es “muy afortunada” de tener a su bebé sano. Ella ya lo sabe, en realidad es necesario darle la importancia que tiene a la madre, y esta debe ser igual incluso mayor que la del bebé, esto, supone que si la madre se encentra bien el bebe también lo estará. Una mamá feliz es un bebe feliz.
Si los síntomas son más graves entonces si es necesario acudir a un profesional, en este caso un psicoterapeuta especializado en trastornos del estado de ánimo.
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