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Hablemos de ansiedad

Autora: Psic. Elsa Rojo R.

Hablemos de ansiedad


RESUMEN:

 
La ansiedad es la respuesta adaptativa que tiene lugar cuando percibimos una situación de amenaza o peligro y se manifiesta a través de tres vías: fisiológica, cognitiva y conductual.
 
La situación de pandemia que vivimos actualmente, está provocando que muchas personas experimenten problemas de ansiedad debido a los cambios en nuestro estilo de vida, la incertidumbre por el futuro laboral y económico o el temor al contagio; pudiendo llegar a confundirse los síntomas característicos de la ansiedad con los del propio coronavirus. Hablemos de ansiedad hoy en día.
 

¿Qué es la ansiedad?

 

La ansiedad es una emoción normal que, al igual que la alegría o la tristeza, forma parte del repertorio de emociones que todas las personas podemos experimentar en mayor o menor medida (por ejemplo, al hablar en público, ante un acontecimiento importante o ante circunstancias que resultan novedosas para nosotros). Se trata de un mecanismo de defensa de nuestro organismo que aparece ante situaciones de amenaza o de peligro y que nos va a permitir dar una respuesta rápida y adaptativa, bien de “huida” (escapar del peligro) o de “lucha” (haciendo frente a la amenaza).

Sin embargo, la ansiedad se convierte en un problema cuando se mantiene mucho en el tiempo, se vuelve muy intensa o aparece una reacción de alarma ante estímulos que objetivamente no deberían resultar peligrosos (por ejemplo, los relacionados con situaciones de la vida cotidiana); generando gran malestar e interfiriendo en el rendimiento normal de la persona.

Las causas de la ansiedad pueden ser múltiples y se relacionan con factores como la vulnerabilidad biológica (personas con tendencia a  preocuparse en exceso y a estar en alerta), así como con factores psicológicos (experiencias traumáticas pasadas, algunos estilos educativos, estrés cotidiano, etc.).

 

La triple respuesta de la ansiedad

 

         La ansiedad estaría compuesta por tres tipos de respuesta o vías a través de las que se expresa: fisiológica, cognitiva y conductual o comportamental.

  • La respuesta fisiológica: son todas aquellas sensaciones corporales que surgen cuando nuestro cuerpo tiene que hacer frente a la posible amenaza. Algunos de estos síntomas físicos son: aumento de la tasa cardíaca, respiración acelerada, dolor o presión en el pecho, sensación de ahogo, náuseas, mareo, sequedad en la boca, temblores, molestias en el estómago y rigidez muscular.
  • Respuesta cognitiva: se manifiesta en forma de ideas, creencias y pensamientos automáticos, de preocupación, temor o amenaza (“No voy a poder conseguirlo”, “seguro que suspendo”…). Cuando la ansiedad se convierte en problemática, se producen anticipaciones negativas y catastrofistas de las situaciones.
  • La respuesta conductual: los cambios en las respuestas fisiológicas y cognitivas van a producir alteraciones importantes en la respuesta conductual. Ésta hace referencia a aquellas acciones que realiza la persona cuando se encuentra ansiosa, es decir, lo que manifestamos con nuestro comportamiento. Normalmente, hablamos de dos tipos de respuestas, directas e indirectas. Las respuestas directas incluyen movimientos repetitivos, inquietud motora, tartamudeo, etc. Las respuestas indirectas se refieren a conductas de escape o evitación. Cuando evitamos situaciones que nos producen malestar o ansiedad, experimentamos un alivio inmediato al no llevarse a cabo esa actividad. Sin embargo, la evitación mantenida a largo plazo hace más difícil su afrontamiento, convirtiéndose en parte mantenedora del problema de ansiedad.

 

 

Tipos de ansiedad

 

         Existen diferentes tipos de trastornos de ansiedad, los más habituales son, en primer lugar, la ansiedad generalizada, en la que la persona siente una preocupación exagerada y excesiva por aspectos de su vida cotidiana sin que exista un motivo aparente para ello.

Otro trastorno habitual, es el trastorno de pánico que puede presentarse con o sin agorafobia. Se caracteriza por la presencia de ataques de pánico repetidos e inesperadas en los que la persona sufre ansiedad ante la posibilidad de que éstos vuelvan a suceder. Cuando aparece la agorafobia, existe un miedo a encontrarse en lugares donde la persona tiene la sensación de no poder salir o escapar, o de sentirse desprotegido (por ejemplo, en lugares públicos, en espacios muy abiertos o cerrados, etc.).

Por otro lado, podemos hablar de la fobia social, que se caracteriza por un miedo y temor persistentes al enfrentarse a situaciones que implican el contacto con los demás (por ejemplo, en reuniones sociales o actuaciones en público).

Por último, el trastorno obsesivo compulsivo también pertenece a este grupo. En el caso de este trastorno, la persona va a desarrollar una serie de pensamientos persistentes (obsesiones) que provocan comportamientos repetitivos o rituales (compulsiones) dirigidos a minimizar la ansiedad, por ejemplo, el lavado compulsivo de manos o la necesidad de comprobar una y otra vez si se ha dejado algún aparato eléctrico encendido.

 

 

Algunas estrategias para combatir la ansiedad

 

         A nivel fisiológico, es posible reducir la gravedad de los síntomas físicos mediante el uso de técnicas de respiración y relajación. Así mismo, resultaría muy recomendable la práctica de ejercicio físico regular (pasear, ejercicios de baja o moderada intensidad, etc.), siempre adaptado a la condición física de cada persona.

         En relación a la vía de respuesta cognitiva, se trataría de identificar aquellos pensamientos negativos y anticipaciones catastrofistas que nos generan malestar, analizarlos (razonando y buscando datos que nos permitan comprobar la veracidad de esos pensamientos) y cambiarlos por otros más realistas. Esto es importante, porque no son las situaciones las que nos producen ansiedad sino la interpretación que hacemos de ella o las consecuencias que pensamos que tienen para nosotros.

         Para concluir, en referencia a la respuesta conductual de ansiedad, la estrategia que se podría llevar a cabo sería la exposición a las situaciones temidas de manera gradual (de menor a mayor grado de ansiedad), estableciendo pequeñas metas y habituándose a esas sensaciones de malestar hasta que vayamos siendo capaces de controlarlas.

 

 

Bibliografía

 

García-Herrera, J.M. & Nogueras Morillas, E.V. (2013) Comprendiendo la Ansiedad. Servicio Andaluz de Salud. Consejería de salud y Bienestar Social.

Martínez-Monteagudo, M. C., Inglés, C. J., Cano Vindel, A., & García-Fernández, J. M. (2012). Estado actual de la investigación sobre la teoría tridimensional de la ansiedad de Lang. Ansiedad y Estrés, 18.

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