El efecto Pigmalión se define como el fenómeno a través del cual las expectativas y las creencias que una persona tiene sobre otra, van a influir directamente sobre las conductas y el rendimiento de la segunda.
Está basado en el concepto de profecía autocumplida elaborado por Merton (1948). Con frecuencia, las personas actuamos en función de cómo interpretamos las situaciones que nos rodean, aunque la realidad sea bien distinta o las expectativas que tenemos no estén completamente fundamentadas. Cuando mantenemos una creencia firme respecto a alguien, nuestra manera de actuar se adecuará a esas creencias provocando que aumenten las posibilidades de que éstas se terminen cumpliendo.
Se trataría, por tanto, de un proceso circular dividido en cuatro fases:
Los primeros estudios sobre este fenómeno se llevaron a cabo en el ámbito educativo de la mano de Rosenthal y Jacobson (1968). El más conocido ”Pigmalión en el aula” pretendía estudiar cómo podían influir las expectativas de los profesores en el rendimiento de los alumnos. Para ello, aplicaron, al principio de curso, un test de inteligencia a los alumnos de una escuela. Posteriormente, seleccionaron de manera aleatoria a un grupo de alumnos que habían realizado el test (independientemente de la puntuación que habían obtenido) y comunicaron a los profesores que este grupo sería el que obtendría mejor rendimiento académico a lo largo del curso. Al finalizar el curso, se comprobó que esta predicción se había cumplido.
Los investigadores observaron que los profesores actuaban de forma diferente con estos alumnos: creando un clima de cercanía, prestándoles mayor atención, les proporcionaban más información y se interesaban por sus esfuerzos y progresos; es decir, se habían formado una expectativa más alta para este grupo. Al mismo tiempo, los alumnos obtenían mejores resultados académicos, lo que permitía confirmar la creencia inicial de los profesores. Además, sabemos que el efecto Pigmalión no solo va a tener efectos sobre el rendimiento, si no también tiene una implicación directa sobre la autoestima, las actitudes y la motivación de las personas.
Esta investigación generó gran cantidad de estudios posteriores y, en la actualidad, podemos observar el efecto Pigmalión en muchos aspectos y ámbitos de nuestra vida diaria: en las relaciones familiares, sociales, en el deporte, en el ámbito laboral, etc.
Hasta el momento, hemos hablado de la dimensión positiva de este fenómeno, sin embargo, podemos distinguir dos tipos:
A pesar de que resulta complicado ser conscientes de cómo, nuestras expectativas y creencias pueden afectan a los demás, puesto que en muchas ocasiones éstas suelen surgir de forma automática; podemos intentar controlarlas analizando previamente si éstas se ajustan a la realidad. Esto es importante porque, si bien las expectativas positivas suelen resultar beneficiosas, el efecto suele ser más potente en sentido negativo y condicionar la forma de comportarse de los demás.
Castillo Echevarría, R. (2014). El efecto Pigmalión.¿ Hasta qué punto determina nuestro futuro la visión que los demás tienen de nosotros?.
Rosenthal, R., & Jacobson, L. (1968). Pygmalion in the classroom. The urban review, 3(1), 16-20.
Solís García, P., González, B., Física, E., Asturiana, L., & de Llingua Asturiana, M. (2017). El efecto Pigmalión en la práctica docente. Revista: Publicaciones didácticas.
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