El síndrome de burnout se desarrolla ante la respuesta inadecuada al estrés emocional crónico en el ámbito laboral, especialmente en trabajadores que realizan su labor en contacto directo con personas, como los profesionales del ámbito sanitario y asistencial. Se manifiesta por cansancio emocional, despersonalización y falta de realización personal.
El entorno laboral es, con frecuencia, una fuente de estrés importante para aquellos profesionales que se dedican al cuidado de la salud. Con la llegada de la actual pandemia de la COVID-19, los profesionales sanitarios y no sanitarios relacionados con el cuidado asistencial que han trabajo en primera línea contra el virus, se han visto expuestos a factores estresores como la sobrecarga de trabajo, la escasez de medios de protección, el miedo al contagio propio o de la familia, la falta de apoyo social o la preocupación por el control de la pandemia; comprometiendo su salud mental y pudiendo repercutir en el desempeño profesional.
En este contexto, surge el concepto de síndrome de Burnout o del “trabajador quemado”. Siguiendo las publicaciones más recientes, las estimaciones obtenidas apuntan a una prevalencia aproximada del síndrome en un 34% de los profesionales sanitarios como consecuencia del impacto por la covid-19.
La exposición a situaciones de estrés provoca la llamada “respuesta del estrés” que consiste en el aumento de la activación general del organismo cuando percibimos que los recursos con los que contamos no son suficientes para enfrentarnos a los problemas. El estrés no tiene por qué ser siempre visto desde una perspectiva negativa, sin embargo, cuando esta respuesta es demasiado intensa o frecuente y se prolonga en el tiempo, el organismo no puede mantener ese ritmo constante de activación y se producen consecuencias perjudiciales, que pueden dar lugar a la aparición del burnout.
Maslach y Jackson describen el síndrome de burnout como una respuesta inadecuada a un estrés emocional crónico dentro del ámbito laboral que suele suceder generalmente en trabajadores que realizan su labor profesional en contacto directo con las personas. Se manifiesta por cansancio emocional, despersonalización y falta de realización personal. El cansancio emocional alude a la pérdida de energía, así como al agotamiento físico y psicológico ante el sentimiento de encontrarse expuesto a una demanda excesiva. Por otro lado, la despersonalización hace referencia a las actitudes negativas y poco sensibles tanto hacia compañeros de trabajo como a pacientes o usuarios a los que asisten. Por último, la falta de realización personal se refiere a la insatisfacción que siente el individuo con su trabajo y a la incapacidad para conseguir las metas propuestas.
En relación a variables sociodemográficas, las mujeres y aquellos individuos en sus primeros años de carrera profesional constituirían el grupo más vulnerable. Del mismo modo, otros factores como la falta de apoyo social, la personalidad, el estilo de afrontamiento frente al estrés y variables organizacionales como el clima laboral negativo, la falta de reconocimiento profesional o el tipo de servicio en el que se trabaja (por ejemplo, en cuidados paliativos el impacto emocional es mayor), también pueden actuar como facilitadores de su aparición.
Las consecuencias derivadas del burnout conllevan alteraciones físicas (fatiga crónica, problemas dermatológicos, hipertensión, etc.) cuadros de ansiedad, depresión, irritabilidad, pérdida de autoestima, conflictos en las relaciones interpersonales (con compañeros, pacientes e incluso con familiares), disminución de la percepción de autoeficacia y del rendimiento laboral.
Entre las estrategias que se pueden emplear para intervenir en la prevención o en el tratamiento del síndrome de burnout, encontramos aquellas que tienen como objetivo entrenar para reconocer síntomas de estrés así como fortalecer a los profesionales para afrontar de un modo más eficaz las posibles fuentes de estrés. Algunas de estas estrategias serían el entrenamiento en hábitos de vida saludables, las técnicas de relajación y las técnicas de reestructuración cognitiva (modificando patrones de pensamiento irracionales que permitan afrontar situaciones problemáticas con mayor eficacia).
Otro tipo de técnicas utilizadas son aquellas dirigidas a favorecer el desarrollo de habilidades sociales y de búsqueda de apoyo social para fomentar la comunicación y la capacidad de pedir ayuda.
Para finalizar, haremos referencia a las técnicas que buscan disminuir los efectos negativos que tienen que ver con variables organizacionales, por ejemplo, mejorar el clima laboral o de las condiciones laborales
Dávila, G. L. (2013). Técnicas de intervención frente al burnout. Zona TES, 1.
De Pablo Hernández, C. (2007). El síndrome de Burnout y los profesionales sanitarios. Nursing (Ed. española), 25(8), 60-65.
Salazar, G et al. (2020). Impacto del coronavirus en la salud física y mental de los profesionales sanitarios: revisión sistemática y metaanálisis. Journal of Affective Dissorders, 275, 48-57.
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