Todo aquello que hace obstáculo al trabajo del proceso psicoanalítico y de la cura, es decir, todo lo que dificulta el acceso del sujeto a su instancia inconsciente, se le denomina, resistencia. Freud se vio llevado muy pronto a dar un lugar propio a dicho concepto el cual designa el efecto que produce en la cura la represión misma, es decir, el conjunto de los fenómenos que atan las asociaciones o incluso llevan al sujeto a formas múltiples de resistencia como lo es el silencio. Freud empieza a utilizar la palabra “resistencia” desde que se encontró con las primeras dificultades en la práctica de la hipnosis y la sugestión, llegando incluso a reconocer como legítimas las resistencias del paciente enfrentado a la sugestión.
Cuando se da el paso al método psicoanalítico la resistencia en psicoterapia se vuelve interpretable, y por lo tanto podían ser en cierto sentido significadas. En los primeros tiempos la resistencia se revistió dos formas: si bien la esta fue invariablemente reconocida como un impedimento al trabajo analítico, Freud creyó posible salvar el obstáculo explicándole su contenido al paciente, con insistencia y convicción. En un segundo momento comenzó a considerarse la resistencia como un dato clínico, síntoma de lo reprimido, de modo que formaba parte del proceso de la represión y correspondía interpretarla a igual título que la transferencia, bajo cuya forma se manifestaba a menudo.
La definición más elemental de la resistencia es, la de oposición; sin embargo al hablar de resistencia dentro del psicoanálisis nos referimos a todas las fuerzas que dentro del paciente se oponen a los procedimientos y procesos del análisis, es decir, que estorban a la libre asociación del paciente y que por ende obstaculizan los intentos del paciente de recordar y lograr hacer insight; y que operan en contra del Yo del paciente y sus deseos de cambiar, todas estas fuerzas se podrían considerar resistencias.
La concepción de la resistencia en psicoterapia fue tempranamente introducida por Freud; y se puede considerar que ejerció un papel imperioso en la aparición del psicoanálisis. Efectivamente, Freud desistió a la hipnosis y a la sugestión principalmente porque la resistencia que oponían a estas técnicas algunos de sus pacientes le parecía por una parte, fidedigno y, por otra, improbable de vencer y por tanto de interpretar, cosa que el método psicoanalítico hace posible ya que en gran medida permite evidenciar gradualmente las resistencias, que se convertirán en rasgos conscientes especialmente por las diferentes formas en que el paciente infringe la regla primordial.
El descubrimiento técnico de Breuer y de Freud se considera dio inicio con el análisis de la resistencia el cual se vio plasmado en sus estudios sobre la histeria en el año de 1895.
La resistencia se descubrió como un estorbo a la explicación de los síntomas y también a la progresiva curación del paciente. En el inicio de los tratamientos Freud intenta vencer este obstáculo mediante la insistencia, es decir, la fuerza de sentido opuesto a la resistencia, y la persuasión, evidentemente esto antes de conocer medio de acceso a lo reprimido y al secreto de la neurosis; es verdad que, en la resistencia y la represión se encuentran actuando el mismo tipo de fuerzas.
La resistencia en si puede ser consciente, preconsciente o inconsciente, y puede mostrarse por medio de emociones, actitudes, ideas, impulsos, fantasías, pensamientos y acciones.
En función de la neurosis de los pacientes, las resistencias cuentan con funciones defensivas y se oponen a la eficacia de los procesos analíticos y defienden su estado actual del paciente, así pues, defienden la neurosis y se oponen al yo del paciente y en si a toda la situación analítica. Entonces, como todos los aspectos de la vida psíquica podrían tener una manera defensiva de mostrarse, todos pueden utilizarse para los fines de resistencia.
Es claro que en 1983 Freud escribió con Breuer “Estudios sobre la histeria”, y este documento tan sobresaliente constituye el descubrimiento de la resistencia y de la transferencia; al tratar a Elisabeth von R. en el año de 1892 Freud menciona por vez primera a la resistencia y hace algunas concepciones preliminares, él creía que la paciente “apartaba” algunas ideas no compatibles y que la fuerza de su resistencia correspondía a la cantidad de energía con la que había separado las ideas de sus asociaciones. En dicho texto argumenta también la hipótesis de que la idea quedaba totalmente desprendida del resto de su vida ideacional y de sus asociaciones como un cuerpo extraño (posteriormente Freud modifica esta idea, ya no como un cuerpo extraño sino como una infiltración).
De igual manera menciona que la inaptitud de que la paciente no pudiera quedar hipnotizada, resulta que en realidad, ella no quiere quedar hipnotizada haciendo referencia a la resistencia que impone la paciente. Se tenía que vencer de alguna manera esa fuerza psíquica en el paciente que se oponía a que esas ideas patógenas se hicieran conscientes, ya que esta fuerza era en realidad la que había gestado el síntoma histérico, y así causando dolorosas estas ideas. El Yo de la paciente recurre a una defensa, es decir, una fuerza que repele y expulsa la idea patógena de la consciencia y se opone firmemente el regreso a la memoria. Ciertamente, el no saber del paciente es el no querer saber, indica Freud.
Posteriormente Freud en 1900 recurre al concepto de resistencia y de censura los cuales están intrínsecamente relacionados entre sí, donde Indica además que la resistencia es para la asociación libre, lo que la censura es para los sueños.
En sus escritos de 1912 “La dinámica de la transferencia” Freud indica como el nexo de que la transferencia ocasiona la resistencia más vigorosa y que esto es la causa más frecuente de la resistencia en sí. Revisa como es que la resistencia acompaña a todo el proceso psicoanalítico, considerando entonces que a toda acción del paciente dentro del tratamiento se debe contar con que existirá resistencia.
En 1916 con “Introducción al psicoanálisis”, Freud introduciría el término “viscosidad de la libido”, la cual es una variedad especial de la resistencia; aquí asevera que las neurosis narcisistas presentan una barrera insuperable, inaccesible a la técnica analítica.
Así pues, en “inhibición síntoma y angustia”, de 1926, se examina las resistencias de acuerdo a su origen, dando como resultado cinco tipos diferentes y tres causas; siendo tres del yo, una del superyó y una más del ello.
Para 1937 en “Análisis terminable e interminable”, Freud nos refiere algunas ideas novedosas respecto a la resistencia, donde describe pacientes con falta de movilidad en su libido y la atribuye a una adhesividad de la libido e inercia psíquica que designa, como resistencia procedente del ello; expone también que las resistencias pueden deberse a errores del analista, causados a veces por problemas complejos emocionales de la profesión.
Finaliza este escrito comentando las causas más comunes de resistencia según su sexo; en las mujeres tendrá que ver con su envidia del pene y en el hombre con temores de tener deseos femeninos pasivos respecto de otros hombres.
Dentro de los inicios del propio psicoanálisis, es importante considerar el cambio de la concepción para con la resistencia, ya que la consideró de inicio como un simple obstáculo para la labor analítica, concentrándose en utilizar la abreacción y la obtención de recuerdo por medio de la sugestión; posteriormente las resistencias en si se convierten en el origen propio de la técnica, alcanzando su culminación conceptualizándolas también en el ello y en superyó.
Otras aportaciones importantes después de la obra freudiana, se muestran con Anna Freud quien intento sistematizar por primera vez los mecanismos de defensa en el año de 1936. A. Freud comenta que las resistencias no solo constituyen obstáculos al tratamiento, sino también importante información en cuanto a las funciones yóicas del paciente.
Existen otros autores que partieron de la misma base conceptual pero que fueron conjugando las resistencias con otras interrogantes dentro del tratamiento psicoanalítico, las cuales fueron concepciones de beneficio para la teoría y técnica analítica, tales como; Reich, Hartmann, Winnicott, Freeman, Kris, solo por mencionar algunos.
La aparición de las resistencias resultarían dificultosas de reconocer dentro del proceso analítico, ya que para poder distinguirlas se necesita de entrenamiento en la teoría y práctica propia de esta disciplina, sin embargo, existen algunas que resultan “típicas” y que se pueden distinguir de forma más llana. Se debe tener en cuenta que las resistencias se pueden presentar de formas muy diversas, sutiles y complejas, en combinaciones o en maneras mixtas, y las formas solas o aisladas no son el común denominador.
También se debe hacer notar que en si todo tipo de comportamiento puede ejercer como una circunstancia resistencial; es decir, el hecho de que un paciente este revelando contenidos significativamente inconscientes, los recuerdos reprimidos o impulsos instintuales, no descarta la posibilidad de que al mismo tiempo se esté actuando existencialmente en contra de algo.
Cuando el paciente guarda silencio, resulta ser la forma más transparente y frecuente de resistencia dentro de la práctica psicoanalítica, y generalmente puede significar que el paciente no está dispuesto consciente o inconscientemente a comunicar sus pensamientos o sentimientos al analista. Pudiera ser que el paciente tenga consciencia de ello o sencillamente indica que nada se le viene a la mente, en este tipo de casos sería pertinente analizar, el por qué de esta situación. Los motivos inconscientes por los cuales el paciente se calla podrían ser divulgados inadvertidamente por su forma de expresión gestual, movimiento, incluso onomatopeyas.
También el no hablar podría ser una representación de otro orden, por ejemplo, puede ser la repetición de un suceso pasado en el que el silencio desempeño un papel substancial.
Una manifestación común de resistencia versa sobre las emociones del paciente y se puede mostrar cuando este se comunica con el analista pero con una omisión de afecto, es decir, su discurso resulta, seco, frio, monótono, flemático, incluso indiferente, haciéndolo de igual manera cuando los contenidos que expresa deberían de ir cargados de emoción, así pues, esta impropiedad de afecto resulta una resistencia.
Existen otro tipo de manifestaciones de la resistencia en psicoterapia como lo es la postura del paciente y con frecuencia se muestra por la forma en la que se encuentran en el diván, tales como la rigidez, el envaramiento, el adormecimiento, o posturas de protección como la fetal, pueden indicar que están a la defensa de algo, de igual manera una postura que tenga una duración total de la sesión y que se muestre repetidamente es señal de una resistencia.
Por otro lado, el cambio excesivo de postura dentro de la sesión analítica podría significar que algo se está resistiendo a ser hablado, la postura discordante con lo que se habla podría ser una señal a favor de la resistencia; un acontecimiento muy común es cuando el analizado cuenta con posturas muy significativas en el diván, por ejemplo, un paciente que cuenta con pie fuera del diván es claro que quiere escapar de la situación analítica. En este orden de ideas es la evitación de la mirada al analista y el bostezo signos irrefutables de procesos resistenciales.
Se muestra claro que estos hechos marcan la pauta para poder analizar la querencia de la resistencia, y otro de ellos, se ve notoriamente cuando el paciente habla del tiempo y se sitúa constantemente en una sola instancia de tiempo, por ejemplo, cuando el paciente solo habla del pasado o del presente sin existir una oscilación entre ambos; el apego a determinado periodo de tiempo es una evitación, similar a la rigidez y persistencia en el tono emocional.
De esta misma manera cuando un paciente habla de sucesos superficiales, de poca importancia para el discurso que llevaba o insignificantes podría ser que a manera de resistencia está ocultando algo importante. Se cuenta como propio de los pacientes que además de hablar de temas que se supone no son de gran importancia, también se muestran con deseos de no hablar de ciertas cosas en especifico, ya sea de manera consciente o inconsciente, esto sucede sobre todo con aspectos como los son la sexualidad, la agresión, y la transferencia.
El paciente se la ingenia de las maneras más diversas posibles para poder establecer una denominación de ese hecho sin que les resulte repulsivo o amenazador.
Existen factores en cuanto a la resistencia aun más complejos de dilucidar dentro del espacio analítico y las rigideces se muestran de manera más sutil pero no imposible de detectar, y es que la rutina sin modificación alguna se considera una resistencia ya que se puede interpretar como el hecho de que el paciente al no romper este tipo de estereotipación indica que algo se tiene refrenado y que se oculta, dependiendo en qué tipo de rigidez muestre el paciente se vislumbrará la línea de la interpretación.
Emplear frases hechas o el uso de términos técnicos o el lenguaje pueril es una de las maneras más frecuentes indicatorias de resistencia, ya que puede señalar la evitación de las representaciones vivas y evocadoras del lenguaje personal, el objetivo de esta manifestación busca retener la comunicación personalmente reveladora, un ejemplo es aquel paciente que llega a superponer verbalmente imágenes mejores de algo que se podría comentar directamente y sin mascaras.
El paciente que dice “mi órgano sexual”, en vez de “pene” se considera resistencia ya que no es en realidad como la imagen que tiene en mente sino una imagen y sensación evitativa.
Es casi indiscutible que dentro de un proceso psicoterapéutico psicoanalítico algunas acciones representan la resistencia en psicoterapia casi en su mayor esplendor, como lo son el llegar tarde a una cita, o no acudir a la misma, y el olvidarse de pagar son indicativos de la renuncia a someterse al análisis o a estar pagando por él; incluso podría ser consciente y por ende relativamente accesible o inconsciente y el paciente podría estar racionalizando el caso. Otro caso es la ausencia de sueños, y en el caso de los pacientes que saben que sueñan pero lo olvidan muestran una fiel resistencia de traerlos a nivel consciente; un poco más complejo pero no por ello menos importante son los pacientes que sueñan, lo recuerdan, pero estos sueños indican esquivación y evitación del análisis.
Los pacientes que no recuerdan haber soñado nada en absoluto, pareciera que son los que cuentan con resistencias más arraigadas en este sentido, porque ahí la resistencia ha logrado atacar no solo el contenido del sueño sino incluso el recuerdo de haber soñado. Hay que hacer un hincapié especial sobre esta línea, ya que Freud indico en el año de 1900 que los sueños son la vía regia al inconsciente, a lo reprimido y por tanto a la vida instintual del paciente.
Por otro lado también resultaría de modo resistencial colmar la sesión entera de sueños, y pod4ria indicar un deseo inconsciente de continuar su sueño en la presencia del analista.
Cuando un paciente se llega a aburrir indica que ha logrado esquivar el conocimiento consciente de sus impulsos y en su lugar cuenta con una distintiva tensión vacía de tedio. Por el contrario, el paciente está elaborando bien con el analista, ansía el descubrimiento de sus fantasías. El aburrimiento podría significar una defensa en contra de las fantasías.
Una forma de resistencia muy frecuente e importante, es la actuación o “acting out” ya que cualquiera que sea la parte de su significado siempre será en si una obstrucción del análisis, ya que se actúa lo que no se expresa mediante las palabras, recuerdos y afectos. Es claro que existe una deformación y desempeña funciones variadas pero que finalmente es casi de rigurosa necesidad analizar su función de resistencia o de lo contrario peligraría el análisis entero.
La labor analítica en general resulta difícil y pesada, sin embargo, no completamente resultara insatisfactorio o lamentable el proceso, o en sí, no todas las horas analíticas son dolorosas o deprimentes, pero en conjunto un proceso de esta índole resulta de un trabajo arduo; dicho esto, se reconoce al súbito paso a la salud y a la desaparición anticipada de los síntomas sin “insight” como una señal de resistencia y como tal deberá de ser analizada. Por otro lado al trabajar de manera fluida y satisfactoria con un paciente pero sin apreciarse ningún cambio significativo en la sintomatología o en su comportamiento y cuenta ya con un tiempo prologado de esto sin que exista resistencia manifiesta, se puede entender como una resistencia oculta y difícil de descubrir, dando como resultado una posible forma de actuación muy sutil y de resistencia transferencial.
Se hallan resistencias o formas de ellas múltiples, sin embargo hay algunas que resultan muy sutiles y difíciles de determinar y suelen estar acompañadas en el discurso del analista cuando piensa e incluso verbaliza a su paciente fuera de la situación analítica. Suelen salir espontáneamente describiéndolo hacia otra persona y son complejas de distinguir, ya que se muestran vívidas cuando el analista está a cierta distancia del análisis en sí. Es común que estas resistencias tan sutiles que radican sobre la concepción del carácter del paciente en el analista sean difíciles de combatir inclusive de reconocer. Es evidente que se incluyen conceptos del orden contratransferencial en el analista, de igual manera que una resistencia caracterológica procedente del paciente.
Se han marcado solo como un esbozo esta brevísima enumeración de tipos de resistencia, pero es evidente que se dan a mostrar las mas comunes y por lo tanto las más sencillas de concebir dentro del proceso analítico, es verdad que se hace una fuerte desatención a las resistencias consecuentes de la transferencia.
En los escritos técnicos de Freud, se muestra todo el avance de la técnica analítica el cual ha consistido en una consideración más completa de la resistencia en psicoterapia misma, es decir, partir del juicio clínico de que no basta con hacer saber a los pacientes del significado de los síntomas que los atañen para que desaparezca la represión.
Es bien sabido que Freud consideró siempre como características específicas de su técnica la interpretación de la resistencia y la de la transferencia. Es más, la transferencia debe considerarse en parte cómo una resistencia, en la medida en que reemplaza el recuerdo verbalizado por la repetición actuada; a esto debe añadirse que la resistencia utiliza la transferencia, pero no la constituye.
De forma más clara Freud en su texto, “La dinámica de la transferencia” del año 1912 expone que, la transferencia siendo la ayuda más poderosa de éxito dentro del análisis, se transforme en ella en el arma más fuerte de la resistencia, es decir, explica cómo es que la transferencia se opone como resistencia dentro del tratamiento psicoanalítico.
Indica que dentro de la situación psicológica del tratamiento toda adquisición de una “psiconeurosis” tiene como factor determinante y regular el proceso de “introversión de la libido” (descrito hasta entonces por Jung), proceso consistente en la disminución de libido capaz de consciencia, orientada hacia la realidad y al aumento correlativo de la parte inconsciente, apartada de la realidad, confinada a lo inconsciente y reducida si es posible a alimentar las fantasías del sujeto; la libido ha comenzado una regresión y no ha reanimado las imágenes infantiles.
Posteriormente le seguida la cura analítica, que quiere descubrir la libido y hacerla de nuevo factible a la conciencia así pues como ponerla al servicio de la realidad; en este punto resulta que la investigación analítica tropieza con la libido, terca en sus escondites, tiene que surgir un combate, ya que todas las fuerzas que han infundado la regresión de la libido se alzarán, en calidad de resistencias, por supuesto contra la labor analítica, para así conservar la nueva situación, pues si la introversión o regresión de la libido no hubiese estado justificada por una determinada relación con el mundo exterior (generalmente por la ausencia de satisfacción), no hubiese podido tener efecto.
Incluso en esta situación Freud expresa que las resistencias que tienen su origen como el anterior explicado, no son las únicas, ni siquiera las más intensas, ya que la libido es puesta a disposición de la personalidad y se hallaba siempre bajo la atracción de los complejos inconscientes (o mejor aún: de los elementos inconscientes de estos complejos) y emprende la regresión al debilitarse la atracción de la realidad. Para liberarla tiene que ser vencida esta atracción de lo inconsciente, lo cual equivale a levantar la represión de los instintos inconscientes y de sus productos.
De aquí es de donde nace la parte más importante de la resistencia, que mantiene en varias ocasiones la enfermedad, aun cuando el apartamiento de la realidad haya perdido ya su razón de ser. El análisis tiene que luchar con las resistencias emanadas de estas dos fuentes, resistencias que acompañan todos sus pasos. Cada una de las ocurrencias del sujeto y cada uno de sus actos tiene que contar con la resistencia y se presenta como una transacción entre las fuerzas favorables a la curación y las opuestas a ella.
La transferencia que surge en la cura analítica se nos muestra siempre, al principio, como el arma más poderosa de la resistencia y se puede deducir la conclusión de que la intensidad y la duración de la transferencia son efecto y manifestación de la resistencia. El mecanismo de la transferencia queda explicado con su referencia a la disposición de la libido, que ha permanecido fijada a imágenes infantiles. Pero la explicación de su actuación en la cura no la conseguimos hasta examinar sus relaciones con la resistencia.
Originalmente escrito y publicado en «Revista de Psicoanálisis, Psicoterapia y Salud Mental Vol. 3 nº7, 2010»
Freud, Sigmund, (2002), Escritos sobre la histeria, Sigmund Freud, (1856-1939), Madrid, Alianza Editores.
Freud, Sigmund, Análisis terminable e interminable, Obras Completas, (1937) Editorial Amorrortu.
Freud Sigmund, La dinámica de la Transferencia, Obras Completas, (1937), Editorial Amorrortu.
Greenson, Ralph R., (1976). Técnica y práctica del psicoanálisis, (14ª Ed.), México, Siglo XXI Editores.
Laplanche, Jean, Pontalis Jean-Baptiste,(1993), Diccionario de psicoanálisis, (3ª Ed.), Barcelona, Labor Editores.
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