El duelo es el proceso necesario, natural y adaptativo, que seguimos las personas cuando vivimos una situación en la que se produce una pérdida significativa. Ésta puede tratarse, desde una ruptura de pareja, situaciones de abandono o perder un trabajo; hasta uno de los sucesos más dolorosos que podemos experimentar, como es la muerte de un ser querido.
No hay una forma más o menos correcta de elaborar un duelo y tampoco existen dos duelos iguales, si no que va a depender de las características individuales de personalidad, las experiencias previas y los recursos con los que cuente la persona, las circunstancias en las que se produce la muerte (de forma repentina, por enfermedad, etc.) y el tipo de relación y de vínculo que se mantenía con la persona fallecida.
Si nos preguntamos sobre el tiempo que dura este proceso, normalmente se habla de un período que va desde los 6 meses hasta uno o dos años. Sin embargo, esto es algo orientativo, ya que no existe un plazo concreto para superarlo, cada individuo tiene diferentes tiempos. Generalmente, el dolor crece a medida que comienza a ser consciente de todo lo que implica la pérdida del ser querido, alcanzando su punto más alto en torno a los seis o siete meses y reduciéndose, en la mayoría de los casos, de forma gradual en torno al año. No obstante, en algunas personas el proceso de adaptación normal se paraliza y la intensidad del dolor sigue siendo muy elevada durante mucho tiempo, lo que pueda dar lugar a un duelo complicado, en el que será necesaria la ayuda de un profesional.
Bowlby (1980) planteó cuatro fases que pueden darse en un proceso de duelo normal, aunque ni necesariamente tienen que seguir un orden establecido, ni tampoco todos pasamos de manera clara y definida por cada una de ellas.
Cuando se produce el fallecimiento de un ser querido, suelen surgir muchas dudas y temores en los adultos respecto al abordaje de la muerte y el duelo en niños y adolescentes.
Una de las premisas más importantes es que al niño hay que decirle la verdad, adaptándola siempre a su edad y desarrollo cognitivo; y transmitirle la noticia lo antes posible para que pueda ser partícipe de la situación. Los más pequeños (menores de 6 años) tienden a pensar en la muerte como algo reversible y a medida que crecen van adquiriendo una comprensión de la muerte más cercana a la de los adultos. Lo que es cierto es que, independientemente de su edad, los niños perciben que algo está ocurriendo.
Por tanto, a la hora de explicar lo ocurrido, hay que aclarar algunos aspectos para que el menor pueda entender qué significa la muerte. En primer lugar, el concepto de irreversibilidad, es decir, que entiendan que no vamos a volver a más a la persona fallecida. Así mismo, que puedan comprender que todos vamos a morir algún día y que cuando una persona muere, no siente, ni respira, ni sufre, etc., pero puede seguir “viva” en nuestro recuerdo y memoria. A los más pequeños, se les puede explicar que moriremos cuando haya pasado mucho tiempo, para evitar que esto les pueda generar angustia. Por último, hay que explicarles, adaptándonos a su edad, que la muerte tiene una causa física, con el objetivo de evitar que asocie la muerte a un comportamiento o un pensamiento y pueda sentirse culpable.
Otra de las ideas principales, es la importancia de permitir la expresión emocional, ayudando a los niños a expresar por sí mismos sus sentimientos y emociones. También es esencial facilitar la comunicación, para que puedan preguntar sus dudas y resolver posibles temores e inquietudes.
Para finalizar, puede darse la posibilidad de que el niño quiera participar en los ritos funerarios. En este caso, debemos explicarles en qué consisten y asegurarnos de que se encuentren siempre acompañados y protegidos de situaciones emocionales muy intensas que puedan llegar a asustarles.
Bowlby, J. (1980) Attachment and Loss, vol. 111. Loss. Sadness and Depression. London: The Hogart Press.
Díaz, P. & Pastor, P. (2014). Guía de duelo adulto para profesionales socio-sanitarios. Fundación Mario Losantos del Campo.
Díaz, P. (2016). Hablemos de duelo. Manual práctico para abordar la muerte con niños y adolescentes.
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